jueves, 5 de febrero de 2015

AMARRADO

Yo me movía sin cuidado, aunque por fuera pareciese que estaba maniatado. Una mujer, de aspecto fúnebre, se acercó a mí con la única intención de soltar las cuerdas que mi cuerpo agarraban. Rehuí, puesto que recordé aquel gusano azul que una vez él mismo rodeó su cuerpo con unos hilos amarillentos. Seguidamente, me vino a la mente que un día se convirtió en mariposa, logrando desatar los hilos él solo.
 Disfruté, por un momento, del sollozo de aquel niño que su pelota había perdido. Cuando menos me lo esperaba –qué suerte la mía- vi acercarse a un matrimonio de cuchillos que gentilmente sus servicios prestaron. Entonces comprendí lo que el trilero de la cantina me había augurado. Comprendí, también, como si aquella fúnebre mujer me hubiese ayudado, ahora mismo no tendría como amigos a una hermosa pareja de cuchillos.
Entonces, continué mi camino, no sin antes ayudar al niño a bajar la pelota del árbol.


No hay comentarios:

Publicar un comentario