martes, 21 de julio de 2015

SOLSTICIO

Quiero beberme mi vacío
escalar por mi lamento
para encontrarme
acurrucado
desnudo
en un rincón.
Quiero hacer malabares con mis penas
y pedir una tregua
semieterna
a la luna.
Quiero saber quién soy
y qué fue
del que un día
pidió limosna
a su propia alma
para pagar
las deudas
con el viento.
Quiero huir
de alguien
llamado como yo.

ESPERANZA

En un apartamento de 30 metros
con mal aliento
sin depilar
como una eterna tarde de domingo
resacosa de tristeza,
sobria y auténtica tristeza,
ojeras color tormenta,
secas y blandas ojeras,
Lleva puesto tacones negros
recordando noches con su amante Jack
No paga la luz
y come comida de perros.
Se llama Esperanza
Le llaman La Espe
y hace tiempo
que no la veo.


SEMANA SANTA

Soy un desierto
al que su propia arena engulle
y lo convierte en tormenta
de gasolina y plástico.

Las comadronas bailan
sobre neumáticos calientes
Los lobos debajo de las olas
sembrando plumas
en los más viejos ritos africanos.

Entonces, ¿Es así como suena el olvido
cayendo por un barranco
lleno de lagartos y poesía?


POLÍGONO

Las sirenas del viento
que trotan desnudas por la locura,
se emborrachan con la luz de la luna
y bailan rumbas en el infierno
¡Gitanas de las barra del bar,
camareras y piratas!
Esnifan la resaca de las estrellas
y venden niebla en la puerta de un McDonalds.
Sí, son ellas,
hijas de la tormenta, diosas del porno,
pestañas postizas y latas de cerveza.
Pero, sólo yo las conozco,
las invoco
una a una
cada noche
para que entren por la ventana de mi habitación
y se ahorquen en tu última mirada
para renacer
en los veranos eternos
que tus labios me juraron.


VUELO

Qué difícil es la vida
del que se enamora trece veces
en un mismo martes
con tan solo encender la TV.

Sé que alguien allí afuera
está quemando vidas
como si de un cigarrillo
enamorado de las ratas del metro
se tratase.

Por eso narro la fábula
del que vive en constante enfermedad
con una extraña aparición
que mis ojos
decidieron llamar
con tu nombre.


SALIDA DE INCENDIOS


No creo que nadie crea en mí
en las líneas donde yo vivo y muero
agarrado al silencio de un latido
como aquella alianza con la medianoche
que firmaron las esdrújulas del viento.

Seduciré con sangre al hielo de las ventanas
las palomas dormirán en aquellas tardes de invierno
vagabundearán los sueños por autobuses huérfanos
y jamás volverá a sonar el eco
del infinito desplomándose en tu cuello.

Y, dime, ¿Quién es la chica que baila con el fuego?
¿Es la misma que sonrió cuando acaricié su cintura?
¿Eres tú, señora muerte?


LA GRANDE BELLEZZA

Venderé tragedia por los ojos
cuando mi vacío me devore
empezando por la melancolía (¿planeta?)
y saciándome con la risa de alguien que no fui
detrás del mármol
donde vi nacer arañas.
Esa noche saborearé mis pupilas
y abrazaré el tiempo
que seguirá mascando gritos inviolables
siendo así la redención de los que nunca vuelan
pero sí bailan
todas las locuras
del teatro de los miedos.
¿Y aún así te preguntas de qué me escondo?


miércoles, 1 de julio de 2015

TEATRO

Se desbordó Roma
por el cuerpo de la mujer de la lluvia,
robé su escalofrío para adornar los valles,
en su cuello el insomnio de la marea,
los toldos amarillos y el ferry descalzo,
el humo de los coches de las 7 de la tarde
había libros y adoquines,
la amargura salía desnuda del cine de cristal
había un cartel que hablaba del desconsuelo,
y debajo de todo eso,
nuestro abismo miraba la tormenta desde una toalla.


SEXO

La luna tiene rostro femenino y
el tic-tac señala mi melancolía,
¿Soledad? Tú eres el beso de la serpiente de cascabel…
La suave negrura del viento.
¿Has visto la muerte temblando allí afuera?
Las estrellas tienen granos azules
y desde el tejado veo sus desnudas penas,
¿No son ellas una prolongación de la gran belleza?
Los perros no dejan de llorar en el patio…


ETERNIDAD

Sólo sé escribiros,
lo que desde el rincón de estas escaleras veo,
y no es más que
el turbio baile de las tragaperras,
escupido por la mierda y por la sangre
que
cae como baldosas puras en mi frente
y muerde las alas de la soledad
de
una herida hecha de arena
-que es la rosa que yo trago-
y después se marchan
para desplomarse en el cara o cruz
de
la enfermedad de tu lengua
mientras
agarras al silencio por la cintura
y
le cantas al oído la nana de la sombra.