Desde la mesa de los mecheros,
Veo a los efebos más homosexuales y carcomidos de toda la
jungla, luchando entre sí por una noche de locura con un santo inquisidor
dentro de las calles de los cantos
Veo los peores caminos del ser humano esnifados por una bruja
con una verruga en el culo sin tener miedo a que un día un sueño venga y el
tribunal lo juzgue por obsceno y apátrida
Veo los 90 hijos del lobo cancerígeno sin pasar por el
volcán de la academia del sexo, comiendo borrachos y punkis con una botella de
miseria entre sus labios
Veo a los dementes fumando marihuana por los pasillos de
Pamplona, cayendo exhaustos en los brazos de una arpía lesbiana con rastas en
su vello púbico con la boca llena de espuma roja
Veo a los muchachos sentados desnudos y blancos en los
bancos de Mercaderes, viendo como cae lluvia sobre los superhombres con cabeza
de hojalata y marfil
Veo a los estudiantes que despertaron con cicatrices de hachís
en sus brazos, con humo del sucio hereje que aparece fantasmagórico en las
chimeneas del brujo
Veo ateos con cabellos y caras de carmín, de sangre y de
fascismo, manipulados por el tabernero de cristal bebiendo hierba alemana del
maestro cazador de ciervos
Veo pasajes bíblicos en mi mente, durmiendo silencioso con
las peores putas de todos los burdeles de París, sollozando poesía a los perros
salvajes y a sus reyes muertos y maricas
Veo a locos hablando convencidos sobre la Educación Pública,
llenos de sangre y viviendo en albergues con centinelas en las paredes,
teatralizando su muerte cada noche con litros de ácido ocre
Veo a capitanes drogados y sedientos de pollas, ocultando
con horribles ritos vudús el amor por las niñas, gritando literatura fantástica
y suicidándose en los bosques de gasolina
Veo a los juglares cantando canciones Skinhead sobre las
legiones romanas, evaporados por inventos Chinos y mordiendo apartamentos
quemados de lo viejo
Veo a los marineros grabando con semen las murallas de la
ciudad, riendo y llorando a hombros de un estraperlista de Mendillorri con
garras de entusiasmado cachorro
Veo al frenético bebedor de cartas de tarot, reflejando con
su polla a todas la chicas muertas de la Ópera de Burlada, cogiendo autobuses
envenenados y celestiales de anos podridos
Veo cartas tiradas por la habitación, comiéndose el coño
entre sí, muriendo en el suelo por ataques epilépticos con orejas de lobo y
diablos sobre las calzadas persas del Zulo
Veo a leyendas del alcohol tartamudeando teoría de Freud
sobre los taburetes del Katu, irlandeses buscando masturbantes danzas de la muerte,
abrazados a musas milenarias, sacudiendo pinturas sobre las barricadas del
alma, histéricos.