40 días encerrado en mi oscura habitación, siniestra locura
Paredes de psicodelia muerta
Miles de violines aburridos en los autobuses
Ríos afganos y poco profundos manchados de vagabundos
Morfinómanos muchachos asesinando palabras
Jarras y botellas de suicidio paseando por la calavera
Montañas de perfumes de poetas muertos bebiendo piojos con
corbata
Las calles de exquisito mármol gritando jazz y escaleras
presocráticas
Horribles guitarristas y bufones con cabeza de miseria
Carruajes de casas y balcones pidiendo sexo en Tánger
Plantaciones del averno y ojos de la endogamia más
quebradiza
Llagas en los pantalones pintados con simbología azteca
Y mientras, tú, en la ebria librería de la hormiga llorando
páginas pegadas.
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