Se desbordó Roma
por el cuerpo de la mujer de la lluvia,
robé su escalofrío para adornar los valles,
en su cuello el insomnio de la marea,
los toldos amarillos y el ferry descalzo,
el humo de los coches de las 7 de la tarde
había libros y adoquines,
la amargura salía desnuda del cine de cristal
había un cartel que hablaba del desconsuelo,
y debajo de todo eso,
nuestro abismo miraba la tormenta desde una toalla.
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