viernes, 2 de septiembre de 2016

ORGÍA SUPRALUNAR

raíles en la madrugada
la gravedad se funde y se traduce en plasma
el tiempo se oscurece llegando a tomar distintos tonos de muerte
400 camioneros se dirigen a bagdad con camiones llenos de cábalas
estático crepitar de los tubos de escape
el gutural grito del amanecer ha espantado a una manada de pulpos
la cortante risa de los visigodos que beben café donde yo compro el pan
trece, seiscientos quince
la purga de los príncipes que beben agua en una piscina pública
la biblioteca ha ardido esta noche
el dolor formó una figura inconexa y trémula, y ahora se esconde debajo de mi cama
laboratorio de los niños que saltan por la ventana
tumbados boca abajo duermen los seres de humo
canción sobre la eternidad del místico
turbantes y cadenas en el pequeño poemario escrito por jorge de capadocia
vacío como una enana blanca
desgarrado como el ocaso
las personas se dirigen a trabajar
la redención de los escépticos proscritos
las fresas nacieron negras
armado hasta los dientes sólo me dedico a negar la existencia
la gente cuando bajan las persianas se lava los ojos con lejía
nebulosa de gallinas degolladas
la densa grasa brota de la laringe
pirámide de necrosis
los caballos no se atreven a entrar a mi cuarto
los perros no aullan porque están muertos
el río huele como la derrota
el piso más alto de la torre más alta
la maldad sólo está en las avenidas
los vivos no entran a mis bosques porque hay un guardián que no habla ningún idioma
voy a dejar que mi cuerpo se contraiga hasta el desconcierto y la calma
voy a encontrar diferentes texturas del silencio.

Rembrandt



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