por los raíles del tranvía
se arrastra un toro blanco,
herido y tranquilo,
con las encías goteando jazz.
sentado en mi ático negro
lo veo reptar
dejando a su paso
el color más doloroso jamás descrito.
arrancándose la piel
y aullando oscuridad,
se muestra apacible
como cuando el horror tirita desnudo.
me asomo para ver cómo se va
mastico la amargura que ha desprendido
y la escupo,
virgen y blanda,
sobre el infinito.
Auerbach |
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