Hace unas cuantas noches me arrastré por la Vía Dolorosa.
Santa Compaña del desamparo.
Gelatina negra chorreando de mis
costillas.
Me mordiste la tráquea y me pediste leche y pan.
Me susurraste al oído que me iban a crucificar.
Fuego
estéril que descansa en tus labios.
Tus
manos supuraban sombras blandas.
Te oí hablar con Dios, con Tiziano y con Bach.
Me intentaste asfixiar varias veces hasta que por fin me
tragué tus ojos y desgarraron todos mis órganos internos.
Tendones.
Ansiedad. Agua bendita.
Esculpo
el escalofrío que perdiste.
Tienes un cuchillo y quieres propagar la fe:
ataraxia y
silencio.
------------------------------
Bajas trotando por la Patagonia pero sólo soy un recién
nacido y los cascos de tu caballo revientan mi pecho creando colores hasta
ahora desconocidos.
Prender
fuego a La Flagelación de Piero.
Dientes
de gasolina. Diez mil sacrificios en las montañas de Buda.
Me regalarás tus venas y con ellas haré una soga.
Me colgaré de la Capilla Sixtina. Me colgaré de todas las
vigas del mundo. Me colgaré de tus pestañas.
Viviré escondido debajo de tu lengua.
Nunca sabré que he nacido.
Sal pura derrite mis huesos.
Apaga tus cigarros de amargura en mi sed.
------------------------------
Tempestad y agonía:
tu voz suena tierna y cruda aquí adentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario