miércoles, 4 de marzo de 2015

LAS RATAS MENSAJERAS [Y POR LO TANTO OBSERVADORAS] CON OJOS ROJOS Y EL KELLIOAK

Las dos humildes ratas con ojos colorados, eran simples mensajeras –aunque el sombrero de policía de una de ellas resultase cómico. Cuando analizaban a la gente que no los miraban, sentía como una gota al caer al suelo expandíase hasta quedar completamente exhausta. No eran las gafas que llevaba el señor de sujetador de batuta grandes, sino más bien las filas, que, pensándolo mejor, sólo servían para separar lo que una vez alguien inventó, digámoslo, por casualidad.
Las ratas, con ojos rojos, siguieron su camino de mensajeras, y por lo tanto, observadoras. El astro desde que un ser llamado Kellioak les miraba, sólo era preludio de lo que tras estirar el largo pelo de una dulce infanta quedaba. Los labios de color rojo sangre del Kellioak no les resultaban cómodo, ni que hablar de familiar, a ninguna de los ojos rojos. Entonces, simplemente escuchan.
Al no entender el sencillo paso de abrazar que el Kellioak intentó, el astro quedó para el recuerdo de lo que una vez dos ratas mensajeras y por lo tanto observadoras, con ojos rojos  soñaron. Era tan simple como abandonar el sentido de ese camino, tomando, cómo no, el más sencillo.
¿Por qué humilde sencillez?
Tomad, compatriotas, bebed de su manantial,
es sólo el inicio.



No hay comentarios:

Publicar un comentario