viernes, 4 de diciembre de 2015

ROZEREM (UNA ODA AL INSOMNIO)

son las 4 de la mañana
eso quiere decir que es la hora de barrer
cojo una escoba
y voy recogiendo mis deshechos
-deprimidas virutas de plastilina-
los aparto en una esquina
como se apartan las migas de pan
para otro día ocuparme de ellas.
ahora me toca mirar por la ventana.
veo una luz encendida en el bloque de enfrente
puede que sea una puta de ojos verdes
o un compañero, hermano, camarada del insomnio
que participa en mi misma batalla
compartiendo trinchera.
el carril bici está lleno de medusas
con tinta de plumas y canela,
en el jardín
el riego automático moja las gaviotas
que sin triunfo
intentan morderme los ojos.
ahora que lo pienso
podría trabajar de vendedor ambulante
o de testigo de jehová
deambularía por el filo de un kleenex
tocando el timbre de todas las casas
hablando sobre el porno y el dolor
a cambio de unas monedas
o de una mamada hasta la campanilla.
bueno, son las 5,
el rozerem ya está haciendo efecto,
me subiré al tejado
y allá nadie me dirá qué tengo que hacer
cómo me debo comportar
o por qué debo trabajar.
recuerdo una vez
que alguien me dijo
que si me esforzaba
conseguiría lo que quisiese en la vida,
pues bien,
en mi patria,
la patria de los vagos, los locos y los noctámbulos
la gente no se esfuerza
la gente escribe poemas
hace muecas raras
y se masturba  mirando a la luna
mientras el viento pellizca su sombra.
aquí es donde yo nací
y aquí es donde nunca moriré
porque seré eterno.

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