Albert Camus
la terapia es sencilla: sacar un poco de flujo de algún
cerebro para que el papel vuelva a tener miedo de mí. por ejemplo contándoos la
historia de la niña polaca con fuego negro en el ombligo, que robaba muñecas en
un glaciar y que se desmayó por el vértigo sin cortar que le causó la purísima
nada. o también os puedo contar el último capítulo de la rebelión de las
mandíbulas en donde alquilaron un viejo supermercado para ensayar una sinfonía que
habían dedicado al suicidio. el segundo paso de la terapia consiste en inventarme
un nuevo patrón poético y conseguir el desprecio de toda la comunidad poética.
lo intentaré. el último paso consiste en salir a la calle desnudo y gritar una
por una todas las enfermedades venéreas del mundo a las señoras que se estén
probando ropa en el corte inglés. después de eso, llegará mi primitivo retiro.
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