Monseñor Cara-Estío, su suculenta retórica
Llegado del escorbuto de los dioses, con camisas de fuerza
Cepillando virginidades, esgrima con las hormigas de los
hostales
El atrezzo del cielo, hasta el equinoccio de los valles
muertos
Los gritos profundos, tumbado en las montañas más altas
mientras me susurras barbaridades
Viendo a los niños saltar en eternidades, oyendo raíces negras
Con los pies fuera del ventanal, la luna lame mis huevos
Llega el maíz a arañar nuestras infancias, ¿Quién anda ahí?
Los pájaros entre sombras, las grandes bocanadas del Sáhara
Don prostituto de San Juan,
Te dejaremos que calientes nuestros cadáveres al son de los
verdes prados.
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