La oquedad de los huesos, marihuana como adminículo
El quechua que soñó cicuta, holgazaneando sobre el césped de
los templos
El rezongar del poder, Las Vegas en mi maletero
Ennio Morricone desnudo y asustado, el amor de mi madre
La negación del éxtasis, nauseabundo intentando salir por la
puerta de mi clase
Los coyotes aullando a la luz del flexo, canicas volando
libres por vuestras erecciones
El sardónico faro ilumina mi camino a casa; raspado,
repugnante e infeliz
No hay fantasiosos nubarrones, vagaroso, con un gran poema
en la mente
Abro la venérea puerta de mi habitación, fatigados gigantes
llenos de grietas
Otro día más en la vida del trillado; el más triste de todos
los pintores.
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